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Me he quedado sordo de un oído

lunes, 4 octubre, 2010

Menuda semana de mierda. Y la que me espera no es mejor, pero no adelantemos. No soy persona que suela hablar de su trabajo actual con aquellos que no estén relacionados de alguna manera con él, pero esta vez haré una excepción y así aclararé qué hago exactamente en Canadá, a qué he venido y qué pasa a partir de mañana para que esté trabajando tanto (sábado y domingo incluidos).

Corte anatómico del oído externo y medio. (Fuente: Wikipedia).

Corte anatómico del oído externo y medio. (Fuente: Wikipedia).

Mi contrato con la University of Western-Ontario me concede estatus de Research Associate y, como dice la Wikipedia, es un puesto de investigación académica bajo la supervisión de un investigador principal. En este caso mi «jefe» directo es el Profesor de Estudios Hispánicos Juan Luis Suárez, que consiguió financiación para un proyecto denominado The Hispanic Baroque que comprende hasta 6 años de los cuáles el actual en ejecución es ya el 4º. Dentro del Departamento de Lenguas Modernas y Literaturas al que estoy adscrito, también se realizan otras investigaciones que junto con los resultados que se van obteniendo han permitido la creación de un pequeño laboratorio de complejidad cultural, pues es una de las especialidades del Prof. Suárez. Y es ahí donde yo entro. En el CulturePlex, que es como se llama nuestro laboratorio, se van realizando distintas investigaciones realizadas con la cultura y la complejidad no sólo barrocas, de manera que aunque haya surgido gracias a The Hispanic Baroque Project pueda en algún momento acometer sus propios proyectos y subsistir por sí mismo. Y una de mis misiones, además de asesorar, diseñar y desarrollar las aplicaciones que van siendo necesarias, es dar todo el soporte necesario al laboratorio y gestionar nuestra de momento pequeña infraestructura.

Sucede que el proyecto del barroco es un proyecto grande que ha supuesto una fuerte apuesta de confianza y dinero, y cómo tal precisa de revisiones anuales. Es en ese punto dónde nos encontramos ahora y del que depende en gran medida nuestra financiación posterior. De ahí que queramos que todo esté perfecto de cara al comité evaluador y vayamos a aprovechar la oportunidad para presentar el resto de cosas que hacemos. Obviamente, tenerlo todo a punto requiere trabajar a destajo, incluyendo el fin de semana.

Trabajar mientras todo el mundo descansa es una jodienda, por muy gratificante que resulte la tarea. Es penoso no poder trasnochar la única noche de la semana en que no hay nada malo en hacerlo, más aun teniendo en cuenta que el sábado hice mi primer mes en Canadá y por casualidad tuvimos una pequeña party en casa con alcohol duro por primera vez. Concretamente 1.14l de Bombay Sapphire (una sóla botella de $37) y algunas cervezas de baja calaña como la Old Milwaukee (de la que estoy coleccionando las bellas latas decoradas con pin-ups). Uno llega terriblemente cansado y se encuentra abundante comida india, mexicana y española en una mesa amenizada con distintas bebidas y no tiene más remedio que comer y beber. Pero comedidamente, pues al día siguiente toca duro trabajo de despliegue y corrección de bugs.

En cambio, mis roommates e invitados no tenían por qué inhibirse. Y así lo hicieron. YouTube, capaz de lo mejor y lo peor, nos sirvió una vez más de crisol de culturas sacando a relucir la música emblemática de cada país implicado en la pequeña reunión. Pero creo que lo mejor, después del remember que nos regaló una canadiense de origen rumano, fue el momento estelar patrocinado por la lejana y exótica India. Os dejo una avanzadilla.

Y si este vídeo os resultó, por así decirlo, muy occidental, no creo que podáis decir lo mismo de este otro.

Así transcurrió la noche, que por cierto empezó a las 20:00h. Nuestro inquilino hindú no pudo seguir el ritmo de españoles y mexicanos y el estómago le cedió. Primero come picante a cascoporro, acto seguido bebe gin-tonics como un profesional, baila y canta como si fuese a morir joven y pronto cae comatoso en el sofá respondiendo levemente a estímulos externos. Su actuación estelar llega cuando siente que algo no anda bien en su aparato digestivo y se levanta demasiado rápido. Tengo el instante grabado en mi cerebro a cámara lenta. Nadie puede moverse tan bruscamente de la horizontalidad perpetua del estado de embriaguez a la verticalidad de la gente de bien que aguanta lo indecible. Es cuestión de práctica y mesura. Y claro, el pobre no pudo sostener el bulo alimenticio que a borbotones casi se le escapa de entre los dedos presurosamente colocados cerrando la boca. ¡Ay! Qué dirían los padres del pobre Apu-papillas si lo vieran.

No estuvo mal la noche, no. Corta, pero entretenida. Así que, contento, me acosté para dormir las horas necesarias y estar con la mente despierta para comenzar una jornada dominical y laboral. Pero claro, como alguno ya sabrá, la puntualidad no es mi mayor virtud. Así que me faltó tiempo y tuve que empezar a moverme ágilmente para no perder el autobús. Desayuné como los pavos y tomé la ducha relajante más veloz de la historia. Y mientras me vestía, recordé que tenía que recoger el portátil del salón y guardarlo en la maleta. Busqué los bastoncillos para los oídos, pero al no encontrarlos decidí fabricarme unos con papel higiénico. Esperanza, al verme, me puso en sobreaviso de dónde se encontraban mis particulares lanzas de Longinus.  Ni corto ni perezoso corrí velozmente hasta su ubicación. Saqué dos de ellos y los coloqué dentro de las cavidades auditivas. Me calcé los botines y cuando ya estaba apunto de proceder a la limpieza de mis oídos caí en la cuenta de que el cargador del portátil aun permanecía enchufado y era prioritario desconectarlo y guardarlo de inmediato en la mochila. Con la gracilidad que me caracteriza, me desplacé de un salto hasta el enchufe doble plano canadiense y el adaptador a conector europeo aplicado y agaché mi cuerpo ladeando el tronco lateralmente y acercando la cabeza hacia el hombro derecho, sin advertir que el hisopo aun permanecía allí, inmóvil, cauteloso, esperando el momento preciso. Décimas de segundo más tarde sentí como un afilado punzón de suave algodón penetraba en mi oído interno y golpeaba el tímpano hasta hacerlo sangrar. El mutismo fue atronador. La desazón de pensarme ya sordo de por vida sólo fue superada por el agudo dolor que no cesaba y el creciente sentimiento de estupidez que me abrumada. Con algunas gotas de sangre listas para escapar de la membrana timpánica saqué con más rabia que razón el demoníaco artefacto y lo arrojé al suelo. Me fijé perfectamente en que sangraba, pero tuve que agacharme y llevar las manos instintívamente por el dolor hasta la orejilla. «¡Me caaawen!». Tampoco pude decir mucho más: tuve lo que merecía mi insensatez.

Longinus limpiando el sobaco de Cristo. Dramatización. (Fuente: Wikipedia).

Longinus limpiando el sobaco de Cristo. Dramatización. (Fuente: Wikipedia).

Irónicamente, usé otros tantos bastones para limpiar la herida con abundante agua y secar la sangre. Definitivamente había perdido bastante audición y la infección empezaba a asomar. Aun así, esperé al día siguiente para ver cómo evolucionaba antes de acudir a un doctor, que es en lo que precisamente estoy hoy.

Y esto es todo. La moraleja de hoy es que jamás se limpien los oídos con esos temibles bastoncillos recubiertos de algodón en las extremidades. Son una trampa mortal que nunca sabes cuándo van a estallar. Si alguna vez os veis en la necesidad de hacerlo, no cometáis la imbecilidad de dejároslo colocados mientras hacéis cualquier otra cosa. Como dicen las madres, y es que es inevitable acordarse de ellas en momentos así, «cualquier día te clava’ eso en la oreja y entonse a vé qué hasemo», «¿cómo me lo viá a clavá, mama?», «bueeeno, ya veremo». Cuánta sabiduría y cuánta desobediencia y cuánta añoranza.

9 comentarios leave one →
  1. Ana permalink
    lunes, 4 octubre, 2010 10:51

    * ¿Qúién limpió la pota, del pobre indú eebrio?.
    * ¿Qué te ha dicho el médico, vas a tener que usar una trompetilla?
    http://ltpc.dpa-etsam.com/wp-content/uploads/2009/03/th_14313_trompetilla_122_471lo1.jpg 😦
    * Dada la embergadura del proyecto, comprendo tu trabajo extra, pero ya ves lo que pasa al final miarmaal……el estrés se reflejó en el bastoncillo.
    * Las madres sin quererlo, tenemos tanta razón…creo que es un don, que sale solo, al dar a luz; como el de encontrar aquellos objetos, que los hijos son incapaces de hallar :).

    • lunes, 4 octubre, 2010 11:27

      – A ver si cuando vaya al médico me dicen que no es nada. Aun no he ido, pero espero no necesitar trompetinas
      – La pota la limpió el mexicano 🙂
      – Totalmente, y eso que el máximo estrés de la academia es como el menor estrés de una empresa privada.
      – Y madres, na más que hay una 🙂

  2. Nandir permalink
    martes, 5 octubre, 2010 07:47

    Querido hermano, como diría aquél: Que dificil es pintar la paloma, que pique y coma… o sease, que no seas gilipollas y haz las cosas de una en una… Besitos spanish…

  3. Chewie permalink
    martes, 5 octubre, 2010 01:16

    Macho, ve al médico ipso facto.

  4. Sixto permalink
    martes, 5 octubre, 2010 06:36

    Aún te sigue quedando un oido…. y tranquilo que Henry Saiz o Deadmau5 lo escuchas por la nariz si hace falta 😉

  5. domingo, 24 octubre, 2010 11:03

    Joder macho, lo que no hacen años de raves y fiestuquis lo hace un infernal bastoncillo. No semos nadie.

    • domingo, 24 octubre, 2010 05:09

      Y que lo digas, Fidel. Deliciosa ironía, que dirían algunos.

Trackbacks

  1. Al final va a resultar que me lo he inventado todo « versae

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